El periodista tinerfeño Fer Palarea posiblemente sea el reportero de viajes de Canarias que más kilómetros ha recorrido del globo terráqueo. Toco comenzó en 2012, cuando ganó un concurso nacional de viajes que tuvo como suculento premio un contrato como reportero de viajes para uno de los mayores grupos turísticos. A partir de ahí acumuló kilómetros por todo el mundo, cámara en mano en lo que describe como «una experiencia vital única e inigualable que le marcará para siempre». Sus crónicas recogen el día a día de territorios tan diferentes entre sí como el gélido continente blanco, la Antártida, y el desierto más viejo del planeta, Namib. Después de descubrir casi un centenar de países y acumular muchísimas vivencias, ahora reflexiona de esta etapa de su vida junto a PALIKES.net
«Aunque desde niño tuve la suerte de viajar mucho de vacaciones con mi familia, el primer viaje con este trabajo fue a República Dominicana . Un reportero de viaje no está de vacaciones, que es lo que muchos piensan. Los días previos se necesita tiempo para documentarme, preparar un guion, hacer una lista de localizaciones, solicitar permisos… Si no tienes todo atado antes de coger el avión, estás perdido. En aquel momento mi equipo de trabajo era un ordenador portátil, una cámara de fotos Canon 500 D, una Gopro y una cámara de vídeo Sony HXR. Estamos hablando de 2012 y en ese momento eran herramientas ideales para este tipo de actividad. En la actualidad, intentamos llevar el menor peso posible con dispositivos versátiles. Un ejemplo de ello es la cámara Canon a6500, que permite una gran calidad para realizar tanto fotos como vídeos. Además, la Gopro MAX porque permite realizar actividades acuáticas y de aventura y contenidos novedoso e inmersivo de 360 grados. Por último un pequeño dron DJI me permite tomar imágenes aéreas espectaculares», declara Fer Palarea.
Japón, Namibia, Islandia y la Antártida
Entre la lista de rincones del mundo que ha visitado, Fer Palarea destaca cuatro. El primero de ellos, Japón. «Sin duda es la referencia de cómo evolucionar sin perder las tradiciones. Son capaces de estar a la última, marcar el camino, pero siendo fieles a su idiosincrasia, a sus tradiciones. Me llamó muchísimo la atención el respeto. Por cuidar su país, su cultura milenaria, el medio ambiente y amabilidad con el turista. Algo que me alucinó fue los momentos de paz que se dan durante el día por el silencio existente en lugares públicos como puede ser el transporte público». De su paso por Namibia, el periodista sintió un «choque cultural que me impactó al tratar con diferentes tribus, como por ejemplo los himbas y los bosquimanos; el safari en Etosha, uno de los que dispone de más vida animal en un espacio reducido; y paisajes que parecen de otro planeta como el Lago Muerto o el desierto del Namib».
Uno de los últimos países que visitó en su vuelta al mundo de más de 450 días, grabando un programa de televisión de viajes que se emitió en Canal Viajar y Televisión Canaria, fue Islandia. «La fuerza de la naturaleza se escenifica en este pequeño país, que he visitado varias veces y que tiene muy marcadas sus estaciones. En verano pude disfrutar del sol de medianoche y en invierno de tormentas de nieves, cascadas congeladas y el baile de las valquirias, las mágicas auroras boreales. Sus aguas termales, geiser, cascadas de ensueño y paisajes de mil contrastes hace que siempre que puedo mire a cuanto están los vuelos para volver». Y, finalmente, reconoce que el sitio en el que más boquiabierto se ha quedado es en la Antártida, uno de los rincones más remotos del planeta. «Se dio la oportunidad de ir al gran Continente Blanco y no dudé que había que aprovecharlo.
Para llegar allí, además de ser un destino muy caro, necesitas navegar por el Mar de Hoces (también llamado Pasaje Drake), una de las zonas más tormentosas en nuestro planeta con olas que hacen que el barco parece que vaya a volcar constantemente. Sin embargo, cuando pisé la Antártida, rodeado de pingüinos, majestuosos icebergs y kilómetros de nieve, me quedé congelado, pero no del frío sino de tanta belleza. Ya ver orcas o ballenas dando saltos fue lo máximo. El sueño hecho realidad de cualquier viajero, ir al destino de los grandes exploradores».
Un crisol de culturas y gastronomía que requiere de flexibilidad
«Tienes que ser bueno de boca», afirma Fer Palarea cuando hablamos sobre la comida mientras recorre el planeta. «Cada sitio tiene su plato estrella y, en ocasiones, es totalmente contrario a lo que estamos acostumbrados a comer. En México me tuve que comer unos chapulines (como saltamontes) y encima tuve que repetir para que no se sintiesen ofendidos. «Pero esa diferencia cultural y gastronómica en ocasiones «juega una mala pasada, por lo que debes estar prevenido con vacunas, medicamentos y seguro médico» ante posibles enfermedades.
«Ya no sólo por la típica diarrea del viajero, sino que también hay zonas exóticas en las que debes tener ciertas vacunas como la fiebre amarilla o hepatitis para evitarte complicaciones, o algunas zonas donde necesitas tomar una pastilla que evita problemas con la malaria», detalla Palarea, que incide como consejo siempre mirar en la página del Ministerio de Exteriores cuáles son las recomendaciones sanitarias y administrativas antes de ir a un destino.
Una experiencia que le ha cambiado la vida
La pandemia de la COVID-19 y su reciente paternidad, ha conllevado que Palarea optase por nuevos retos laborales, y aunque reconoce que «echa de menos el aprendizaje diario de cada descubrimiento, in situ, en cada rincón de planeta que filmaba con mi cámara y que me enriquecía constantemente» considera que la vida son etapas que hay que vivir al máximo. «Es habitual que me pregunten por qué no sigo con el que es considerado el mejor trabajo del mundo, y siempre les digo que soy feliz ahora, como también lo era haciendo ese trabajo; y que me encanta compartir todo lo que vi y aprendí a mis alumnos (ahora como docente), familia y amigos, pero sobre todo, me encantará contarle todas mis aventuras a mi hijo cuando crezca e impregnarle de esa esencia viajera de descubrir el mundo con una mente abierta, tolerante y siendo lo más adaptativo posible.»
Su hijo hace bueno el dicho de tal palo tal astilla, y en menos de dos años ya había visitado 15 países. Palarea se despide reconociendo que «esta experiencia me ha roto los esquemas en miles de ocasiones, me ha llevado a límites insospechables que superar, me ha hecho dudar e investigar, ser más crítico, más abierto y, sobre todo, ha asentado mis pilares para la vida, relativizando y buscando nuevas ilusiones cada día».